“Nacer”: un reto en las sociedades contemporáneas
Por: Neldy Mendoza F. Directora del instituto de Cultura Familiar
La historia de la humanidad contiene acontecimientos de gran desafío para la preservación de nuestra especie: adversidades climáticas, hambrunas, guerras, epidemias, etc … Pero nada comparado con la tragediaactual “ seres humanos impedidos de nacer”.
La diferencia fundamental entre un ser humano y cualquier otro animal no es morfológica: es la libertad inteligente. Gracias a ella el hombre posee la admirable posibilidad de ser causa de sí mismo. Y la posee en exclusiva. La oveja siempre temerá al lobo, y la ardilla siempre vivirá en las copas de los árboles. Sólo saben desempeñar, como cualquier otro animal, un papel necesariamente específico, invariablemente repetido por los millones de individuos que componen la especie, quizá durante millones de años. El hombre, por el contrario, elige su propio papel, lo escribe a su medida con los matices más propios y personales, y lo lleva a cabo con la misma libertad con que lo concibió: por eso progresa y tiene historia.
Por ello cada día, con cada decisión, con cada opción y con cada omisión contribuimos a la historia de la humanidad. Solo las personas transformamos nuestro mundo hacia el anhelado progreso y desarrollo o sigilosa y falsamentelo conducimos ala decadencia. Aquí, como en todo proceso, hay un punto de partida: trascender cuidando a los neo protagonistas de un mundo cada vez más civilizado, es decir a los recién concebidos, los embriones y los fetos, ciudadanos del mañana en sus primeras etapas de evolución y perfeccionamiento.
El reconocimiento y protección de la vida humana, recién concebida, no es un asunto confesional. Es un asunto de sensatez y sobrevivencia. No hay ninguna diferencia entre el jovencísimo ser en estadio inicial (cigoto, embrión) y el ser humano mayor. Ambos merecen todo nuestro respeto y respaldo, independientemente de la cantidad de kilos o del grado de diferenciación de los tejidos e incluso de su autonomía. La grandeza y esencial misión social está preinscrita en nosotros, cuando somos “esa primera célula”. En el ser humano no se da una fase en la que haya algo no humano. Las distintas fases del desarrollo conllevan un cambio morfológico, pero nunca un cambio de naturaleza.
El desarrollo fisiológico de cada hombre está contenido en sus genes desde el principio, pero en sus genes no está escrita su libertad. Los genes establecen cómo será el color de su piel y de sus ojos, su estatura, su grupo sanguíneo y mil cualidades más. Pero nada dirán sobre sus ilusiones, sus proyectos o su cultura, ni qué amigos tendrá o qué ciudad escogerá para vivir. Está claro que ser hombre es ser libre. Y que la libertad es la capacidad que posee el serhumano de decidir por sí mismo; pero nunca por la vida del otro; es decir el niño que ha cobrado vida en mis entrañas.
Ningún fin puede presentarse a nuestra inteligencia como de mayor valor que la vida de un ser humano inocente, ninguna vida humana inocente puede ser utilizada para otro fin. Nacer y dejar nacer es la mayor correspondencia de amor y el verdadero signo de fraternidad; porque allí se nutren las mayores y finas redes de salud social. Asesinar a un ser humano en el vientre de su madre siempre trae conmoción, desorden y detrimento; porque la naturaleza humana guarda en lo más hondo de su ser el deseo invencible de ser bueno y de hacer lo bueno. Cuando opta por el mal es porque ha sido deslumbrado por la partecilla de bien con la que el mal se reviste.
Nacer en esta época de nuestra historia es todo un reto, primero, porque las madres, tienen que vencer el veneno esparcido por la ideología feminacista, que hace ver al hijo como lo más indeseable e incómodo para la realización de la mujer. Nacer en esta época es toda una afrenta contra la frivolidad de los gobiernos que instalan gasolineras en el espacio antes de crear centros de ayuda a la madre con embarazo complicado. Nacer en este tiempo es un desafío ante la mirada indiferente del padre que no desea complicarse y le deja la decisión a la madre, con la mediocre frase “yo te apoyo en lo que decidas”.
En nombre de la libertad que anhela el bien debemos comprender que “los neo ciudadanos desean nacer” y “las mujeres no quieren abortar”. Quien sino, nosotras, somos las que damos vida y humanizamos esa vida. Si nosotras nos rendimos y callamos, que será del mañana. Un mundo sin niños, sin inocencia, sin risas que cubren el mayor dolor. Sin la razón que nos mueve a los más insospechados esfuerzos. Seamos valientes, no es fácil dar vida, pero es lo correcto: dejemos a nuestros hijos, recién concebidos, nacer.