Cementerios de mascotas y concebidos
Por: Dr. Juan Carlos Caballero Turpo, Asociación Ética y Derecho
Essalud ha devuelto los restos mortales del bebe de la Sra. Miriam Rosas, quien pese a haberlo solicitado durante varios y largos meses, se lo negaron y solamente mediante una acción constitucional y la presión mediática, es que dicha institución, accedió a dicho pedido. Así, la Sra. Miriam ha podido darle sepultura a su bebe perdido con 17 semanas de gestación.
Ya hubo en Lima un pedido similar y por disposición judicial, Essalud tuvo que proceder de similar manera. Solamente que en el primer caso mencionado, Essalud accedió en forma previa al dictamen judicial. Bien por dicha institución pero mal por el sufrimiento a la que fue sometida la Sra. Miriam para poder simplemente enterrar a su hijo. Y es que para ciertos funcionarios públicos y para ciertas personas, no existe la norma referente a que el concebido debe ser protegido y se le considera nacido para todo lo que le favorece. No permiten su entierro. Claro, dirán, es que es siempre y cuando nazca o viva, pero ¿y si muere antes de nacer?
El hecho de morir antes de nacer – un fallecimiento intrauterino, una pérdida no deseada- no significa que no haya sido nunca un ser vivo. De hecho se han dado casos de niños nacidos con pocos meses de gestación y existen otros que han sido asesinados con mayores meses de gestación. El tiempo más o el tiempo menos, no le quita dignidad ni calidad humana a su ser. En todo caso, cualquier interpretación legal o de cualquier tipo, debe ser hecha favorablemente a la vida pues en caso contrario, el mismo criterio inhumano podría aplicarse nefastamente a cualquier otra categoría de vida humana (aún nacida).
De allí que los restos humanos, sean de adultos, de menores, de concebidos merezcan una trato digno. Si hay personas que se preocupan por enterrar a sus mascotas, ¿no merecen igual o mejor trato los restos de seres humanos? Lo que pasa es que hay muchos que defienden que los restos de animales sean enterrados – hasta con cementerios- pero que los restos de seres humanos concebidos sean desechados porque darles un trato digno significaría que sus ansias de establecer el aborto – matar concebidos- serían contradichas por dicho reconocimiento. ¿Alguien sabe qué se hace en realidad con los restos de los concebidos en los hospitales y postas públicas?
Y es que el concebido es un ser humano. Tanto como uno nacido, tanto como uno mayor. Es una vida que es eliminada y asesinada por el aborto. Claro, a fin de que ese crimen no sea tan visible como tal, se busca clasificar los restos del concebido como simples desechos biológicos sin ninguna trascendencia. Todo para aliviar de alguna manera – aunque inútilmente- su conciencia.
Quien haya visto los restos de concebidos, aun de pocas semanas de vida, verá que se trata de seres humanos que cuentan con toda la conformación física y que mal pueden ser considerados desechos biológicos. Un desecho es un detrito, una categoría coprolálica, un pasajero de cloaca. No un concepto aplicable a la vida humana.
Enterramos a nuestros muertos, respetamos sus restos, hasta morimos por la tierra donde yacen enterrados. Todo porque alguna vez representaron la vida. Fueron seres humanos. Un concebido es un ser humano, igual, tan lleno de vida que hasta las Constituciones lo defienden. No hagamos menos, no permitamos que sean considerados indignamente desechos.
Quien elimine un concebido o quien defienda su asesinato, podrá pasar ratos de alegría en esta vida. Pero en el fondo de su risa, de sus momentos de vida, de sus campañas proaborto, siempre le quedará el saldo de una amarga cuenta pendiente por una vida matada.
Ni el concebido ni los nacidos somos desechos. Ninguna vida es una desecho. Aun muertos – sus restos- los seres humanos son dignos de memoria y respeto. Porque tuvieron vida. Porque al fin y al cabo, es esta última la que defendemos. Si la cuestionamos, en los concebidos, abriremos las puertas a su cuestionamiento para los ya nacidos, sean mayores, discapacitados, de otro color de piel, en fin. Abriremos las puertas del infierno. Como hay muchos que ya juegan con demonios sin saber que son ellos mismos los que son objeto de esa amarga apuesta.